Las sociedades están organizadas de forma tal que grupos pequeños de personas ejercen el poder sobre otros grupos mucho más grandes de personas que, pese a su superioridad numérica, viven sometidos a los primeros. Este sometimiento puede darse a la fuerza, mediante instituciones como el ejército y la policía, o mediante el control ideológico por medio de costumbres, religiones, moral, y en general una cultura a modo. Aunque dependiendo de la situación particular siempre predomina uno u otro de estos modos de control de los grupos pequeños sobre las mayorías, coexisten ambos.
Las sociedades suelen dividirse en países, bajo la estructura de Estados. La mejor situación para los pequeños grupos que quedan al mando de un Estado, es cuando mantienen el control mediante la manipulación mediática sobre las mayorías, sin necesidad de utilizar la fuerza. En esta situación, las mayorías controladas incluso viven sin estar conscientes de su situación, y la aceptan como lo correcto, estando convencidos de que las cosas no podrían ser de otra forma. Cuando ocasionalmente individuos con mayor nivel de consciencia rompen o llaman a romper el orden establecido por los grupos dominantes, entonces estos (los grupos minoritarios dominantes) recurren a la aplicación de la ley, aplicando represalias que pueden ser desde sanciones económicas hasta la privación de la libertad física. En algunas de las sociedades actuales se puede castigar una desobediencia a las normas establecidas por los grupos dominantes con la privación de la vida. Los pequeños grupos de personas que ejercen el poder sobre las mayorías no son solo las personas que forman parte de los gobiernos de los países, sino que están formados también por los grupos que tienen el control de la economía. Estos grupos de poder económico de hecho son tan influyentes como las personas que forman parte del gobierno, entre las que se encuentran gobernantes (presidentes, primeros ministros, por ejemplo), y su opinión es determinante para decidir quiénes son los gobernantes. La partidocracia es la forma que encontraron los grupos de poder para evitar la democracia de los pueblos. La democracia es aún una asignatura pendiente. En las partidocracias, se forman los partidos políticos, que son grupos de personas que presuntamente comparten una ideología más o menos afín; así, se habla sobretodo de partidos de izquierda y de partidos de derecha. En las partidocracias se juega un juego de falsa democracia que los medios de comunicación al servicio de las minorías a mando del país llaman democracia, y en el que se les convence a la mayoría de los ciudadanos de que ellos (los ciudadanos) deciden quién se hace cargo del gobierno. En realidad, en la partidocracia los partidos políticos buscan tomar el timón del gobierno para beneficio de los grupos que representan, y cuyos intereses poco tienen que ver con el bienestar de las mayorías gobernadas. Por eso es un hecho recurrente en las partidocracia que, en época de campañas electorales, los entonces candidatos a puestos de elección popular (alcaldes, gobernadores, diputados, senadores,...), juran y perjuran estar en empatía con los ciudadanos, exclaman ser uno más de ellos, y prometen traer prosperidad y soluciones a la problemática de la sociedad. Gracias a la manipulación mediática, los electores una y otra vez les creen sin hacer un análisis serio de los candidatos. Después de las elecciones, los políticos beneficiados por el voto popular se olvidan de las promesas que hicieron a las mayorías en tiempos de campaña electoral, y en cambio muestran en los hechos que su verdadero compromiso es con los grupos dominantes que les permitieron ser candidatos, y cuyos intereses están prestos a salvaguardar por encima de los intereses de bienestar de las mayorías.
Así, en una partidocracia, el bienestar ciudadano depende de la voluntad de quienes gobiernan y de los intereses de los grupos económicos que deciden quiénes gobiernan. También, se corre el riesgo de llegar a las condiciones a las que se ha llegado en países como México, en donde los grupos con el poder se han envilecido a tal punto que la corrupción se salió de control, y la ambición por la riqueza desmedida a toda costa lleva a pasar incluso sobre las normas (leyes) que ellos mismos (la clase en el poder) ha impuesto por medio de sus serviles políticos. En tal situación, a la clase en el poder no le importa absolutamente la condición de los ciudadanos, que tienen que decidir en un momento dado rebelarse, debido a que cada vez son más sometido en diferentes formas para sostener los privilegios de quienes gobiernan. Estos sacan entonces a la calle a los aparatos de represión (por ejemplo policias y militares), y empieza la guerra. Caso curioso, los individuos que actúan como represores de los ciudadanos nacieron de ciudadanos comunes. Qué falta de identidad de los individuos que sirven de lacayos defensores de la gente en el poder, porque son pueblo. Les paga el pueblo ya que sus sueldos salen de los impuestos que pagan los contribuyentes. Dan lástima porque son domesticados para contener la indignación del pueblo. Dan verguenza porque son entrenados y quedan dóciles para defender intereses contrarios al pueblo.
Cuando se llega al punto de que los grupos en el poder abusan excesivamente de sus privilegios a costa del deterioro dramático del bienestar de las mayorías, es esencial que los ciudadanos entiendan que una de las razones que justifican la existencia del Estado, es que éste (el Estado) debe tolerarse solo si garantiza el bienestar de sus ciudadanos (por lo menos de la mayoría). Si el Estado no es capaz o no le interesa hacer esto, los ciudadanos lo deben de asumir como un Estado fracasado, un Estado fallido. Como tal, debe ser depuesto. En México, aunque aún queda mucha gente indiferente, cada vez más mexicanos están conscientes de que la clase política y gobierno no representan sus intereses e incluso, de que los intereses de los políticos entran en conflicto con el bienestar de las mayorías.