Rodolfo Bernal - Blog Personal

sábado, 21 de junio de 2025

El precio de la injusticia fiscal: Cuando los impuestos no regresan al pueblo

 Ojalá que cada vez más ciudadanos tomen consciencia de lo absurdo de considerar "normal" el pago de los impuestos a un gobierno que evidentemente no usa esa recaudación en lo que debiera, más que en dádivas para asegurar votos y en mantener los privilegios de los políticos y sus pandillas.

Pagar impuestos es, en teoría, un acto de responsabilidad social. Es la manera en la que los ciudadanos contribuimos al desarrollo de nuestro país, financiando servicios públicos, infraestructura, educación, salud y seguridad. Sin embargo, ¿qué sucede cuando ese dinero no se traduce en beneficios para la sociedad, sino que termina en los bolsillos de unos cuantos?

La caricatura que acompaña este artículo refleja una escena tristemente común en México: ciudadanos esforzados entregando sus impuestos, mientras políticos y empresarios, en una mesa aparte, se reparten el botín con sonrisas cómplices. La imagen es una sátira, pero también una denuncia de una realidad palpable: la corrupción y el desvío de recursos públicos.

Datos que ilustran la realidad mexicana

La recaudación de impuestos en México ha alcanzado cifras récord. Solo en los primeros cuatro meses de 2025, el SAT reportó ingresos tributarios por más de 2 billones de pesos, superando incluso lo programado por la Ley de Ingresos de la Federación. Sin embargo, esta recaudación contrasta con la percepción social sobre el uso de esos recursos. La moral tributaria se ve desgastada por la corrupción y la mala calidad de los servicios públicos, lo que alimenta la evasión fiscal.

El costo directo de la corrupción en trámites y servicios públicos en 2017 ascendió a 7,218 millones de pesos, lo que significa un promedio de 2,273 pesos por persona afectada en ese año. Más allá del dinero, la corrupción genera desconfianza, desalienta la inversión y limita el desarrollo económico y social del país.

El círculo vicioso de la desconfianza

Cuando los impuestos no se convierten en mejores escuelas, hospitales dignos, calles seguras o servicios eficientes, la sociedad pierde la confianza en sus instituciones. Se genera un círculo vicioso donde la evasión fiscal aumenta porque la gente siente que su dinero no tiene un impacto positivo. Al final, los más afectados son siempre los ciudadanos comunes, que ven cómo sus contribuciones se esfuman sin retorno.

¿Quién paga el precio?

El costo de la corrupción y el mal uso de los impuestos no es solo económico. Es también social y moral. Se traduce en oportunidades perdidas, en desigualdad, en servicios deficientes y en un futuro incierto para las nuevas generaciones. La caricatura es un recordatorio de que la lucha contra la corrupción y por la transparencia no es solo responsabilidad del gobierno, sino de toda la sociedad.

Exijamos rendición de cuentas: llamado a la acción

Como ciudadanos, tenemos el derecho y el deber de exigir transparencia y rendición de cuentas. No basta con pagar impuestos; debemos vigilar y cuestionar cómo se usan esos recursos. Participar en foros ciudadanos, consultar los informes de gasto público, apoyar iniciativas de transparencia y denunciar irregularidades cuando se detecten. Solo así podremos romper el ciclo de injusticia y construir un país donde los impuestos realmente sean una inversión en el bienestar de todos.

No permitamos que nuestro esfuerzo se pierda en la corrupción. Exijamos que cada peso recaudado regrese en servicios, oportunidades y desarrollo para todos los mexicanos.

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