Rodolfo Bernal - Blog Personal

domingo, 28 de septiembre de 2025

El Abismo de Iguala: Crónica de una Ausencia Forzada


Hace once años, en la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, el futuro de 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de Ayotzinapa, Guerrero, fue brutalmente secuestrado. Su historia no es un simple archivo criminal; es el retrato de un Estado fracturado.La noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, el futuro de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de Ayotzinapa, Guerrero, fue brutalmente arrebatado. Este suceso, ocurrido hace once años, trasciende un mero expediente criminal; es una cruda representación de un Estado fracturado.

¿Cómo ocurrieron los hechos?

Los Responsables: Un Crimen de Estado. Gobiernos fallidos y el poder intocable

Los estudiantes, como era su costumbre, tomaron varios autobuses en Iguala con la intención de viajar a la Ciudad de México para la conmemoración de la masacre del 2 de octubre de 1968. Sin embargo, fueron interceptados en una operación coordinada y violenta. Policías municipales de Iguala, en colusión con los de Cocula y Huitzuco, y el grupo criminal Guerreros Unidos, les cerraron el paso a balazos.

El ataque no fue un único evento, sino una cacería que se extendió por la ciudad. Seis personas fueron asesinadas esa noche, incluyendo a tres estudiantes. A 43 de ellos se los llevaron en patrullas y nunca más se supo de su paradero.

La primera versión oficial, bautizada cínicamente como la "Verdad Histórica" por el gobierno de Enrique Peña Nieto, sostuvo que los estudiantes fueron entregados a sicarios, quienes los habrían asesinado e incinerado en un basurero en Cocula. Investigaciones posteriores, realizadas por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y el Equipo Argentino de Antropología Forense, demostraron científicamente que un evento de esa magnitud era imposible en ese lugar. La "Verdad Histórica" se derrumbó, revelándose como una fabricación para encubrir a los verdaderos responsables y cerrar el caso.

La investigación de la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia (COVAJ), creada ya en el sexenio siguiente, fue contundente: fue un crimen de Estado. La responsabilidad no recae únicamente en policías corruptos o en un cartel local. Las pesquisas revelaron una red de complicidad que involucra a:

  • Autoridades municipales, estatales y federales: Quienes participaron activamente, permitieron los ataques o fueron omisos.

  • El grupo criminal Guerreros Unidos: Los ejecutores materiales de la desaparición.

  • El Ejército Mexicano: Miembros de los batallones 27 y 41 de infantería, con sede en Iguala, monitorearon a los estudiantes desde antes de su llegada a la ciudad y durante todo el ataque. No intervinieron para protegerlos y, peor aún, existen pruebas de su participación en la manipulación de la escena del crimen y en el ocultamiento de información vital.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que llegó al poder con la promesa de resolver el caso, fracasó en su encomienda. Si bien su administración desechó la "Verdad Histórica" y creó la COVAJ, su sexenio culminó en una profunda contradicción: mientras su discurso exigía justicia, sus acciones protegieron al Ejército. Se negó a entregar documentos militares clave y defendió a la institución castrense, provocando la salida del GIEI del país por la falta de cooperación y el estancamiento de la investigación.

El gobierno de Claudia Sheinbaum, en su primer año, ha heredado esta deuda y sigue el mismo patrón. Su discurso se centra en solicitar la extradición de Tomás Zerón, uno de los artífices de la "Verdad Histórica", pero elude la confrontación directa con el poder militar. Para los padres de los 43, esto no representa un avance real, sino la continuación de una política que no se atreve a tocar el núcleo de la impunidad.

El caso del General Salvador Cienfuegos es el ejemplo más claro de este poder fáctico. Detenido en Estados Unidos por narcotráfico, fue repatriado a México gracias a la presión diplomática del gobierno de López Obrador, solo para ser exonerado en cuestión de semanas. Este evento envió un mensaje inequívoco: en México, el poder militar está por encima del poder civil y de la justicia. Es el mismo poder que hoy mantiene un pacto de silencio sobre Ayotzinapa.


jueves, 4 de septiembre de 2025

¡El Impuesto al Trabajo en México: Una Injusticia que Roba tu Salario y Financia Privilegios Políticos!


 Hoy quiero hablarles sobre el Impuesto Sobre la Renta (ISR), comúnmente conocido como el "impuesto al trabajo" en México, que afecta directamente a millones de trabajadores asalariados. Este impuesto es un gravamen progresivo que se aplica sobre los ingresos obtenidos por salarios, y es retenido mensualmente por los empleadores a través de la nómina antes de entregar el sueldo neto. Según la Ley del Impuesto Sobre la Renta, el ISR se calcula restando deducciones autorizadas de los ingresos brutos para obtener la base gravable, a la cual se le aplica una tasa que varía del 1.92% al 35%, dependiendo del nivel de ingresos. Para 2025, las tablas mensuales incluyen límites inferiores y superiores, cuotas fijas y porcentajes sobre el excedente, como por ejemplo, para ingresos entre 746.05 y 6,332.05 pesos, una cuota fija de 14.32 pesos más el 6.40% sobre el excedente.  Este mecanismo parece justo en teoría, pero en la práctica, golpea duramente el bolsillo de los trabajadores formales.

El ISR reduce drásticamente el salario efectivo que llega a manos de los empleados, convirtiéndose en un descuento automático que merma su capacidad económica diaria. Por ejemplo, un trabajador con un salario promedio puede perder alrededor de mil pesos al mes solo por este impuesto, lo que representa una carga significativa en un contexto de inflación y costos de vida elevados. Esta retención no solo disminuye el ingreso neto, sino que también limita el poder adquisitivo, haciendo más difícil cubrir necesidades básicas como alimentación, transporte o educación. Además, para los salarios más bajos, aunque existe un subsidio al empleo que intenta mitigar el impacto, el impuesto sigue siendo progresivo de manera que quienes ganan más pagan tasas más altas, pero los de ingresos medios y bajos sienten el peso desproporcionado al no contar con tantas deducciones como las grandes empresas o los altos ejecutivos.

Lo más injusto del ISR es que actúa como un castigo para los trabajadores honestos que contribuyen al sistema formal, fomentando incluso la informalidad laboral como una "opción" para evitarlo. Estudios muestran que este impuesto, junto con otras cargas fiscales, reduce el poder adquisitivo y perpetúa la desigualdad, ya que los hogares más pobres terminan afectados de manera indirecta al no poder acceder a mejores oportunidades.  Mientras los empleados ven su sueldo menguado, el sistema permite regímenes preferenciales y exenciones que benefician a sectores privilegiados, dejando a los asalariados como los principales pagadores sin ver retornos reales en su calidad de vida.

Pero la injusticia no termina ahí: los recursos recaudados por el ISR y otros impuestos no se destinan principalmente al beneficio de los ciudadanos, sino a mantener los privilegios de la clase política mexicana y los grupos que los respaldan. La corrupción en México desvía fondos públicos hacia financiamientos ilegales de campañas, exenciones fiscales para aliados y gastos excesivos en la burocracia, como se ha documentado en reportes sobre cómo la corrupción política obtiene privilegios como omisiones en pagos de servicios básicos o contratos favorecidos.   En lugar de invertir en salud, educación o infraestructura que eleve el bienestar general, el gasto público se distorsiona por la corrupción, aumentando la desconfianza ciudadana y reduciendo la moral tributaria.

Esta realidad nos muestra un sistema fiscal que, en vez de promover la equidad, perpetúa un ciclo de desigualdad y abuso de poder. Los impuestos como el ISR, que deberían financiar servicios públicos eficientes, terminan subsidiando la corrupción y los lujos de una élite política que evade responsabilidades mientras los trabajadores pagan el precio.

Es hora de actuar: empecemos a exigir una reducción significativa de impuestos como el ISR para los trabajadores, y que los recursos se usen transparentemente en beneficio real de la sociedad, no en privilegios para la clase política ni para los grupos de interés que los llevan al poder. ¡Unámonos para demandar reformas fiscales justas y un fin a la corrupción que nos roba el futuro! ¿Qué opinan? Compartan y hagamos ruido.

Lecturas sugeridas:

https://facturama.mx/blog/tablas-isr/

https://vanguardia.com.mx/dinero/isr-castigo-que-al-mes-quita-mil-pesos-al-salario-de-cada-trabajador-imco-exige-terminarlo-IQVG3339980

https://ciep.mx/la-desigualdad-y-los-impuestos/

https://www.nytimes.com/es/2021/04/05/espanol/opinion/impuestos-mas-ricos.html

https://www.te.gob.mx/editorial_service/media/pdf/110420241534231850.pdf