La posición de desprecio de muchos actores de la política mexicana, hacia la reciente consulta sobre la reforma petrolera que propuso Felipe Calderón, deja claro el estado actual de la política mexicana. Deja claro que hacen falta políticos con verdadera vocación democrática. Revela que estamos en una etapa todavía muy primitiva, en donde a los políticos - de cualquier partido - lo que menos les importa es la opinión de las mayorías. Pasan por alto que deberían de ser nuestros representantes, y que por eso se les paga como se les paga, y viven como viven, gracias al pueblo trabajador, y a este pueblo es a quien se deben. Y ni que decir de los ingresos que obtienen adicionales por los tráficos de influencias.
Así pues, es sumamente vergonzoso que incluso parte de los perredistas se atreva a sugerir que no van a respetar la decisión del pueblo. Con o sin consulta, era evidente la posición de la mayoría de la población, y es por eso que en primera instancia se trató de imponer la reforma sin tomar en cuenta a nadie. Se satanizó la toma de las tribunas en San Lázaro que hicieron miembros del Frente Amplio Progresista, por que sin esa acción no se hubiera realizado la consulta ni se habría informado a gran parte de la población lo que se trama. Hoy por hoy, la clase política mexicana sigue siendo un estorbo para el progreso en México. Sigue siendo esta clase una clase aparte lleva de privilegios, por encima de los ciudadanos comunes: esto no debe de ocurrir en una verdadera democracia, al menos no al grado en que se da aquí.
El intento que realiza actualmente el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón, con la comparsa de priístas como el ahora cada vez más citado como Don Beltrone, exhibe los compromisos que asumió con extranjeros Felipe Calderón para llegar como llegó al poder. Exhibe también la voraz ambición personal de los actores de la política mexicana, que con tal de enriquecerse desmedidamente, no les importa acelerar la caída de México al precipicio.
Sería iluso esperar un cambio de arriba, de esa clase privilegiada de mexicanos de ambición desmedida que son capaces de cualquier cosa con tal de satisfacer sus intereses personales. Los cambios vendrán más bien de las bases, pero no de las bases de los partidos, sino de los mexicanos nacionalistas. Esos que no olvidarán nunca, que Felipe Calderón fue nombrado Presidente de México ilegítimamente. Estos mexicanos nacionalistas que le han estado recordando al también llamado FelIFE, el fraude del 2006, y que es el Presidente de México más despreciado de la historia. Por eso tiene que viajar con toda la seguridad con que lo hace, por eso, Andrés Manuel López Obrador llena las plazas públicas, que lo llenan de aplausos, y el solo recibe escasos reconocimientos de incondicionales, pero más que nada muestras de desconocimiento, de desprecio.
Este desprecio a FECAL, es la primera muestra de que los mexicanos nacionalistas pueden virar el rumbo que lleva actualmente nuestro país. Es un gran avance el que millones de ciudadanos no estén ya engañados de la situación real que priva, y que se manifiesten. Este abrir de ojos se ha dado a pesar del control informativo de la televisión más masiva, como TELEVISA, que para lo único que sirve es para brindar la parte de circo con sus telenovelas y otros espectáculos que llegan a ser francamente deprimentes para sus mismos actores. Sin embargo, lo más deprimente y pervertido de TELEVISA son sus noticieros y otros programas de “análisis”, como por ejemplo el programa de Joaquín López Dóriga, cómplice del sistema actual, y “Tercer Grado”, de primaria, agregarían algunos.
Ante el control del Estado sobre los medios tradicionales de comunicación (que sería discutible si lo son), o quizá de los medios sobre el Estado, los mexicanos nacionalistas han respondido con creatividad, rompiendo el cerco informativo oficial, con la ayuda de periodistas de gran valía, como Ricardo Rocha, y de medios alternativos de entre los cuales hago mención especial a Radio Bemba. Este rompimiento del cerco informativo debe de fortalecerse, y debe de ser apoyado por los nacionalistas, para no permitir que el Estado lo debilite.
Hay que multiplicar esfuerzos para detener a la clase política mexicana actual, que está cerca de regalar la riqueza de los mexicanos. Es necesario apoyar todas las acciones tendientes a frenarlos. Si no se hace hoy de manera pacífica, en un futuro no será posible esta vía, y costará mucha sangre, no solo esfuerzo.
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