Rodolfo Bernal - Blog Personal

viernes, 1 de agosto de 2008

La palabra de Buda hoy

I
PAREADOS

1 Todo tiene su espíritu en la guía, tiene espíritu en la vanguardia, está hecho por el espíritu. Si se habla o se acctúa con espíritu corrupto, se seguirá la miseria, como la rueda del carro sigue las pezuñas del buey.

2 Todo tiene su espíritu en la guía, tiene espíritu en la vanguardia, está hecho por el espíritu. Si se habla o se actúa con espíritu puro, se seguirá la felicidad como sombra que nunca abandona.

3 "Me injurió; me hirió; me derrotó; me despojó". En los que albergan tales rencores, nunca cesa el odio.

4 "Me injurió; me hirió; me derrotó; me despojó". En los que no albergan tales rencores, termina por desaparecer el odio.

5 Los odios nunca cesan en este mundo por odiar sino por no odiar; esta es una verdad eterna.

6 Otros no saben que debemos partir de aquí; pero para los que lo saben, a partir de ahí cesa la contención.

7 El que vive como si las cosas del mundo fueran puras, con los sentidos desprevenidos e inmoderado el apetito, perezoso y débil, se verá sobrepasado por la afección maligna, como un árbol débil es derribado por el viento.

La afección maligna en la tradición budista se agrupa en cuatro tipos:
a) La afección por las aflicciones (como codicia, resentimiento, engaño, engreimiento, duda y opinión arbiraria).
b)Afección por la forma la sensación, el concepto, la acción y la consciencia.
c) Afección por la muerte.
d) Afección por la manipulación de la experiencia sensorial.

8 El que vive como si las cosas del mundo fueran impuras, con los sentidos prevenidos y el apetito moderado, fiel y diligente, no se verá desbordado por la aflicción maligna, como roca de montaña a la que no agita el viento.

9 El que lleva la túnica azafrán sin estar libre de impurezas carece de control sobre sí y no es genuino, sin merecer por lo tanto la túnica azafrán.

La túnica azafrán era un símbolo del budista que renunciaba al mundo. Ya se utilizaba hipócritamente en la época de Buda como una especie de camuflaje.

10 El que ha vomitado toda la porquería y se concentra en las prácticas morales posee control de sí y es genuino, mereciendo por tanto la túnica azafrán.

11 Los que creen que lo irreal es real y ven lo real como irreal, no alcanzan lo real, quedándose en el reino del pensamiento engañoso.

12 Los que saben que lo real es real y ven lo irreal como irreal llegan a lo real, quedándose en el reino del pensamiento preciso.

13 Así como la lluvia se cuela en una casa pobremente techada, así invade la pasión el espíritu sin cultivar.

14 Así como no se cuela la lluvia en la casa bien techada, la pasión no invade el espíritu cultivado.

Los textos budistas emplean la imagen de la guarda o la protección del espíritu, que previene de la invasión de influencias que lo hacen vulnerable al engaño y a los impulsos.

15 El que hace el mal, pena en este mundo y tras la muerte, afligido en ambos. Viendo la contaminación de las propias acciones, se ve atormentado por la pena y la aflicción.

16 El que hace el bien, es feliz en este mundo y tras la muerte, feliz en ambos. Viendo la pureza de las propias acciones, se es feliz, alegre al máximo.

17 El que hace el mal sufre de remordimientos en este mundo y tras la muerte, sufriendo la culpa en ambos. Se sufre de remordimientos sabiendo que ha hecho mal, y se sufre incluso más cuando se pasa a un estado de desgracia.

18 El que hace el bien se regocija en este mundo y tras la muerte, alegre en ambos. Se regocija sabiendo que se ha hecho el bien, y se regocija incluso más cuando se pasa a un estado de felicidad.

Experimentamos individualy colectivamente los resultados de nuestras acciones individuales o colectivas.

19 Por mucho que alguien hable de lo que es beneficioso, si no lo pone en práctica, es negligente, como un pastor que cuenta los rebaños de otros; uno no tiene participación en la espiritualidad.

20 Si alguien habla poco de lo que es beneficioso, el que actúa con la verdad es auténtico; habiando abandonado la lujuria, el resentimiento y los disparates, provisto de una adecuada visión interior, con el espíritu liberado, desprendido de este mundo o del próximo, tiene participación en la espiritualidad.

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